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Lo llaman Democracia y no lo ES

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Política

¿Conque democracia en España? Me dan ganas de vomitar

Dicen que España es una democracia.  Eso únicamente significa que hay elecciones de vez en cuando.  Eso únicamente significa que hay ciudadanos que supuestamente nos representan.  Aunque yo en los años que llevo en España, nunca me he sentido representado.  Las razones de esto es que se han tomado medidas para evitar la entrada de partidos minoritarios y además la maldita disciplina de partidos.  Ambas medidas reducen la riqueza de las opiniones que se podrían escuchar en el hemiciclo.  Se ha tomado la medida de callar las voces discordantes en la política española.
 
Una vez se hayan celebrado las elecciones, se acabó la democracia.  El transcurso de una legislatura no tiene nada que ver con los ideales de la democracia.  Cada partido político actúa como un individuo, como una voz única, como un matón.  Si algún diputado decidiera pensar por si mismo, el yugo a la democracia que es la disciplina de partido, impediría que saliera en las listas de su partido en las siguientes elecciones.  Es muy infrecuente un supuesto representante se atreva a pensar por si mismo.  Perderá su puesto de trabajo.  Perderá un buen sueldo.  Perderá buenos beneficios.
 
La maldita disciplina de partido ha acallado las voces de la discordia.  El ser diputado o senador, el ser un representante del pueblo, no es más que un empleo cómodo con un buen sueldo.  Aún cuando quien les pague el sueldo sea el estado español, son empleados de su partido.  El partido les pone en las listas.  El partido paga la campaña electoral que posibilita que los primeros de la lista sean elegidos.  El partido prescinde de ellos si se atreven a pensar por ellos mismos.  Los diputados tienen demasiado miedo a perder un cómodo empleo para que sean mis representantes.  Saben que el precio de pensar es buscarse otro empleo.  Por eso siguen la voz única de su partido en vez de representar al ciudadano.
 
Se han dado casos sangrantes de dejar el libre albedrío de lado en aras de garantizar este sueldo.  En la votación acerca del matrimonio entre homosexuales, un diputado homosexual, que posteriormente se casó con un hombre, votó en contra.  En la ley anti tabaco todos votaron a favor, sin excepciones.  Me habría encantado que una sola voz me representara.  No hubo ningún diputado lo suficientemente valiente para ir en contra del pensamiento único.  Hay demasiada cobardía entre los diputados para que representen a los ciudadanos.  Únicamente representen a los que les colocaron en las listas.  Únicamente representan a los que hacen posible que reciban un buen sueldo a cambio de muy poco trabajo.
 
Dicen que España es una democracia.  Mentira.  Entre elecciones los partidos  actúan como unidades homogéneas y dictatoriales.  Actúan como matones.  En vez de actuar como un grupo de individuos, actúan con una voz única.  Apenas existe discordia dentro de un partido.  Los diputados casi siempre mantienen el discurso oficial.  Este caso es especialmente sangrante en el PP.  Da lo mismo quien habla, si un concejal, si un diputado de una autonomía, si una presidenta de una comunidad o si el portavoz.  Siempre el mismo discurso.  Las personas son totalmente intercambiables.  Únicamente existe el pensamiento único.  El PP, especialmente, anula la individualidad de sus cargos electos.  Son clones, sin libre albedrío, que a cambio de su sueldo sacrifican sus creencias.  El PP ha impuesto una dictadura del pensamiento en sus filas.  Una masa uniforme de clones idénticos.  Los otros partidos no son mucho mejores.
 
El otro elemento del sistema representativo español  responsable de acallar la voz de los ciudadanos es impedir que partidos pequeños sean elegidos.  En las circunscripciones un partido ha de tener por lo menos un 5% de los votos para ser elegido.  Los fundadores de la carta magna escogieron hacer de España un país fácil de gobernar.  El problema de los países con infinidad de partidos pequeños es que no es fácil que un gobierno tome una decisión.  En estos casos es necesario negociar y negociar para sacar cualquier propuesta adelante.  El sistema político español, además de callar la voz del débil, favorece al fuerte.  En cuanto un partido saca más de un 40% del voto ya no tiene necesidad de llegar a ningún acuerdo con nadie.  Puede hacer casi cualquier cosa que le salga de las pelotas sin tener que hacerle caso a nadie.  En cuanto un partido saque mayoría absoluta, los españoles nos vemos sometidos a una dictadura que durará hasta las siguientes elecciones.
 
Otro problema es que las circunscripciones son muy grandes y un partido, no importa lo pequeño que sea, tiene que tener suficientes personas en las listas para cubrir todos los escaños.  Al haber sido elegidos por una unidad administrativa tan grande, los diputados han perdido de vista su obligación de representar a los ciudadanos.  Eso también hace difícil la entrada de partidos pequeños.  Supone una barrera excesivamente alta el impedir que una persona cualquiera se pueda presentar al congreso.  Impide que los que son demasiado valientes para acatar ciegamente la doctrina de su partido puedan volver a ser elegidos.
 
Permitir la entrada de partidos pequeños tiene la desventaja de que habrá representantes que hayan sido elegidos sin tener ni la más mínima noción de como gestionar un país.  Las necesidades de llegar a alianzas lo suficientemente fuertes como para tomar cualquier decisión, implicaría que una persona, que no esté preparada, pueda tener mucha responsabilidad.  En cambio, con tantas voces distintas en la camera de representantes, habría sido necesario conseguir un amplio consenso para tomar cualquier decisión.  La necesidad de consenso le pararía los pies a cualquier gobierno que decida marcar su territorio a base de decretazos.  Cualquier ley que se aprobara tendría que conseguir el apoyo de gente con un amplio rango de opiniones.  Eso sería una verdadera democracia, no la sucesión de dictaduras que duran cuatro años a las cuales estamos sometidos los españoles.
 
El sistema político español no es una democracia.  Es una dictadura del más fuerte donde la única participación de los ciudadanos consiste en señalar cada cuatro años quien será fuerte.  No existe la divergencia de opiniones dentro de los bloques homogéneos que son en la práctica los partidos.  A cambio de recibir un sueldo seguro, nuestros supuestos representantes dejan de lado sus opiniones para seguir ciegamente la doctrina de su partido.  El que el listón de entrada a las cámaras de supuestos representantes sea tan alto, impide que las voces de muchos españoles se oiga.  Impide que se gobierne por consenso.  La consecuencia directa es que los partidos a los cuales votamos se comporten como perros en celo, empecinados en marcar su territorio y abocados a resolver cualquier disputa yendo a por la yugular.  Democracia en España; me dan ganas de vomitar.
 
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