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¡Qué nada quede suelto!
Se abalanzó contra la ventana. Aterrorizada.
Ya era la segunda vez en tres años que le robaban en su casa.
Antonio yacía atado de pies y manos en el suelo. Los atracadores ya podrían haber venido mientras estaban de vacaciones. No. Volvieron ayer de Lima. Tenía que ser hoy. Ya eran ganas de joder.
Un hombre con vaqueros y camiseta blanca había llamado. Llevaba una chapa. Dijo ser mensajero. Al abrir Antonio , el delincuente empujó con toda su fuerza. Lo derribó. Entró corriendo con una mujer. Ella empuñaba un arma. Encañonó a Antonio. El falso mensajero sacó cinta americana de su bandolera.
Lourdes les reconoció. Yonquilegas del poblado. Tres años limpia. Sabía que acabarían con su vida. Cabos sueltos y todo eso.
El cristal reventó violentamente. Una esquirla le seccionó la femoral. Antes de morir desangrada fue testigo de como le disparaban a Antonio a la cabeza.
Las cosas bien atadas
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