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Un día de mierda
Ayer fue un día de mierda. Me desperté mareado tras dormir once horas. Esos días malditos cuando permanezco en la cama más de ocho horas son un suplicio para mí. El café de la mañana, además de no quitarme el sueño, me revolvió el estómago. En la radio estaban hablando de la ley contra el tabaco que acababa de aprobar el Congreso de Diputados. Malditos hijos de puta que nos roban libertades. Me da nauseas que esos fachas de mierda del PSOE se consideren de izquierdas. Prohibir y prohibir. Luego empezaron a hablar de fútbol. Asqueado puse música. Decidí tumbarme en el sofá a ver si conseguía exterminar unas horas. Tras media hora revolviéndome, me levanté cabreado del sofá. Puto día.
Para joder había quedado con Gerónimo en Aranjuez. No le había visto en más de un año. Hacia las cinco me monté en el tren. Afortunadamente pude dormir un cuarto de hora pero me desperté encima tenía dolor de cabeza. Maldita palabra sagrada.
Cuando llegué a Aranjuez hicimos una ronda de bares con Juanjo, un amigo común. Yo tomaba únicamente zumo de tomate por mi estómago revuelto. No sé como fui capaz de mantener la conversación y arrancar risas a mis amigos. Entonces el día se fue a tomar por culo. No fui capaz de evitar que fuéramos al Sasakus,. la discoteca del hermano de Gerónimo. Iba casi todos los días por las copas gratis y para conversar con los regulares. El último tren hacia Madrid salió ya. Detesto ese local. Música estaba tan alta que únicamente se podían mantener conversaciones bisabis. Con una tercera persona sólo me enteraba de una fracción de lo qque se decían. Para mayor inri, estaba introvertido. Cómo me jode no haberme negado a ir.
El Sasakus fue maś desagradable que mis peores pesadillas. Tanto Gerónimo como Juanjo se pusieron a hablar con gente que conocían. A mí, me no me apetecía lo más mínimo llevar el peso de una conversación. Me cago en la soledad rodeado de gente. Para escapar, pedí un cubata muy cargado. Me dieron arcadas y salí corriendo a los servicios para vomitar. Por si fuera poco, mal sabor de boca.
La música tan alta y no poder ser testigo de lo que se contaban los demás, hizo que me sumergiera en mis malditos pensamientos obsesivos. Había aprendido hace muchos años callar esas desagradables voces de mi mente, pero en este antro de mierda no funcionaba ninguno de esos métodos. Volví a vomitar.
Desesperado me puse a entrar a mujeres a ver si podía escapar de mi runrun. Vacío tras vacío tras pocas palabras. Qué se han creído? Que lo único que sirve un hombre es para follar? Qué si no son su tipo, los hombres son piltrafas para machacar? Como eché de menos el ambiente de los intercambios de idiomas donde las mujeres son personas y no alimañas. Le dije a Gerónimo y a Juanjo que me encontraba fatal y que quería dormir lo antes posible. Creo que ayudaron los efluvios de vómito que desprendía mi boca. Media hora después estaba en la habitación de invitados de Gerónimo y pude darle el tiro de gracia a ese día de mierda.
Besos
Batiscafo
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